Archivo de la etiqueta: autoras de novela romántica

Escritoras de novela romántica: los nervios

Uno de los temores de las escritoras de novela romántica al hablar en público de sus libros son los nervios.

Nervios, nervios.

Hola, me llamo Raquel y tengo miedo escénico. Es algo que sospechaba desde hace tiempo, pero que ahora, a raíz de la publicación de El Arcángel de Luz, he podido comprobar a ciencia cierta. Lo paso fatal cuando pienso que voy a hablar en público. Me muero cuando sé que voy a hacerlo. Se me seca la garganta, se me acelera el corazón. Me jiño viva.

Y eso me produce mucha rabia y frustración. Porque yo quiero aprovechar esas oportunidades que se me presentan (que son escasas) y hablar sin parar de mi novela. Explayarme a gusto, cual papagayo de selva y venderme bien, que es de lo que se trata. Pero no hay manera. No sé por qué, pero me quedo bloqueada.

En la última entrevista me pasó algo muy curioso. Estaba yo pegada al teléfono, esperando a que me llamasen de la radio, y no podía parar quieta. Paseaba de un lado al otro del salón, toqueteaba todos los adornos con manos temblorosas (uno casi me lo cargo, de hecho), comprobaba las teclas del teléfono, seguía paseando, volvía a manosear los libros y las figurillas del mueble. Así hasta que por fin sonó el teléfono. Lo cojo, descuelgo y un chico me pasa con la locutora del programa, Elena, y ella empieza hablar conmigo con total familiaridad: “¿y qué tal todo?, ¿cómo te va?, ¿estás nerviosa?”.

Doy por hecho que estamos manteniendo una charla amigable, (de esas previas a la entrevista, para calentar motores) y contestó sin más: “¡Atacada, Elena, estoy atacada! Así que ya puedes tener paciencia conmigo”. O algo así le dije. El caso es que le contesté de una manera muy natural, a esas preguntas y a todas las que le siguieron después. Hasta que de pronto me dice: “Muchas gracias por hablar con nosotros y un beso desde Asturias”. Me quedé muerta.

Recuerdo que me senté en el brazo del sofá y me quedé callada, asimilándolo. Mi chico me miraba y sonreía., “¿a que no ha sido para tanto?”, me preguntaba divertido. “Parecías muy natural”, insistía él. Normal…

Pero bueno, la verdad es que me lo he pasado bien. Me he sentido incluso, como si estuviera hablando con una amiga. Vale, sí, creía que estaba hablando con una amiga. Pero he conseguido contestar a una entrevista sin tartamudear. Algo es algo.

A ver si la próxima vez lo consigo sin autoengañarme.